Mis nuevas gafas amarillas

Me he comprado unas gafas, unas gafas cuasi amarillas. De pasta, modernas y con sus patas: ¡amarillas!...alegres y distintas, con personalidad y diferentes, mis gafas amarillas.

Espero verlas con ellas todo de forma distinta porque cuando miro alrededor, sin ellas, está todo gris, oscuro, casi negro, bueno, negro a veces. Porque cuando lo miro todo, sin ellas, veo, tristeza, desesperanza,  amargura, otras tantas. Y cansa, cansa mucho sentir, ver u oir siempre lo mismo, en un foro y en otro, con unos amigos y con otros, en la prensa y en la calle, incluso en los bares (donde algún sabio dice que siempre es primavera).

Son sólo unas gafas, un soplo de aire fresco, una sensación, un olor a primavera, un hastío sin el cercano estío. Y esto sólo unas palabras de desaliento, o de aliento. No sé.

Aqui las tengo a mi vera, dispuestas a hacer que vea la realidad de otra forma, de colores, alegre, frondosa, voluptuosa, febril, apasionada...quizá sólo sean unas gafas, mis gafas amarillas.