jueves, 27 de marzo de 2014

¡Vivan las pancartas!

 Que estamos en una época jodida no lo voy a descubrir yo ahora. Cada día amanecemos con un nuevo titular, con una nueva reclamación y con un nuevo grupo de vecinos clamando por lo que ven justo.

Del escándalo de las preferentes de la rescatada Bankia, pasando por el Gamonal en Burgos, deteniéndonos en los cierres de urgencias o disminución de consultas en sanidad, ojeando como se eliminan los recursos de la comunidad educativa, indignándonos con el esperpento de la tarifa eléctrica, los apaleados vecinos de este o aquella ciudad reclamando el soterramiento de vías, científicos que migran en busca de la vacuna no descubierta, estudiantes mendigando un futuro en latitudes lejanas y cientos de casos más con los que podría seguir durante 19 líneas.

Época de pancartas oiga. Todos reclamamos, todos pedimos, todos gritamos...y nadie nos oye. Hay entre los políticos de este país un proceso de otitis aguda permanente, de infección del aparato auditivo que les impide ser sensibles a la realidad de la calle. ¿O será ceguera? Puede ser, ya que estos grandes estadistas ven una realidad distinta a la que mi vecina, mi amigo Juan o ese desconocido que está pasando por la puerta de mi casa están viviendo, sufriendo mejor.

Pero así, entre pancarta, quejas y resignaciones sigue deambulando este barco que se llama vida y que en muchos hogares se está deteniendo, sin que nadie haga nada, sin que a nadie le importe un pimiento. Porque lo realmente importante, Señoras, Señores, son; los bancos, las autopistas, los aeropuertos, las eléctricas, los AVES, las compañías telefónicas y todos esos nidos de buitres de escasa catadura moral que están dejando a los ciudadanos en la más profunda de las ruinas.


¡Vivan las pancartas!

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