martes, 8 de octubre de 2013

Este mundo loco

 Que el mundo ha cambiado, que ya nada es como antes por todos es sabido. Lo que un día fue gris, el siguiente amarillo y al otro violáceo. Mañana quién sabe. Si hay mañana, sí, quién sabe si lo hay. Si lo hubiere...ni pensar en ello quiero.

Uno, va y viene, uno que conoce, descubre, que piensa. Calla, a veces otorga, discrepa otras. Uno,  tiene una cosa clara. Ese mismo, el que suscribe estas líneas, tiene clarito que no acaba por acostumbrarse a este vaivén, a esta tormenta contínua; de cambios, de locuras cotidianas, de bombardeos.

No basta con que tal empresa quiera vendernos sus radios y deuvedés para que no seamos tontos como los que lo hacen en la competencia. Las hay también otras, que a ritmo de música hipster y por el arte de birlibirloque, desodorizan "esos días" que mis bienamadas y queridas féminas sufren mensualmente. Alguna otra nos vende automóviles para transportar a nuestras familias perfectas, principescas, preciosas, irreales (sugiero yo) y que me decís de ese helado que cuyo paladeo es casi orgasmático. Esto no tiene fin. O si...

Esperen, esperen, que sí, que todo esto tiene fin, fin o acabose, no se. En estos últimos meses he advertido que notables cuerpos voluptuosos, labios pecaminosos y casas con luces rojas también jalonan las vallas publicitarias y con ello el pausado camino de los automovilistas. La otrora retrógada capital del Segura se inunda de "Palacio de tal", "Casa de cual" o "Guia X de lo de más allá" y uno absorto en las pasiones que emanan de los altavoces de mi coche sólo le queda la opción de asombrarse y pensar...hasta donde vamos a llegar.

Hasta donde vamos a llegar.


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