viernes, 1 de noviembre de 2013

De intervencionismo o como meter las zarpas en nuestra vida

 A veces uno hubiera preferido ser un espermatozoide anónimo. Sí, uno de esos (más torpes) que no tuvieron éxito en la súper competición por fecundar al óvulo que unos centímetros más adelante lo esperaba coqueto y orgulloso. Esa gran carrera que como todos sabemos tuvo como consecuencia mi alumbramiento (como el de Ustedes) y con él una maravillosa vida jalonada por cabreos más o menos cotidianos. 

Y ese espermatozoide otrora microscópico, hoy es un homo erectus...sapiens, a veces, que camina, divaga y deambula por este mundo loco, injusto y ruidoso. Y en la mañana de un tranquilo día de fiesta siempre tiene que haber una noticia que te toque los cojones (con perdón)

Tras deglutir un sabroso desayuno y navegando por esos mundos de Dios llega el momento, la noticia, el suceso que arranca la ira del más sosegado de los humanos. Leo.


 Y claro, me cabreo. Porque no veo más que un nuevo intento de meter la mano en mis bolsillos, ya ajados, en decenas de ocasiones. Preguntóme entonces yo mismo ¿Pago mis impuestos? ¿Pago mi seguridad social? ¿Pago el sobrecoste de los productos? ¿Y si quiero ser gordo? ¿Y si quiero batir el record Guinnes de gordos y pesar 3.000kg? ¿Y si quiero morir de cáncer de pulmón? ¿Y si quiero fumar ducados para, por fin, tener voz de hombre? ¿Puedo? ¿Puedo o no puedo? Díganme ¿puedo hacer lo que me salga del mismo forro de los pantalones?


¿Fumar es malo? Prohíbanlo ¿Las bebidas azucaradas son malas? Prohíbanlas ¿Las hamburguesas grasientas son malas? Sí, sí, también tienen que prohibirlas ¿Y el alcohol? ¿Es malo? Pues coño, prohíbanlo. ¡Ah! No, claro, de ahí chupan y chupan cual parásito a su presa, hasta dejarlo moribundo en la cuneta de cualquier carretera. Hasta que ya no hay más de donde sacarle. Señores y Señoras, dejen de meter sus malditas manos en mis bolsillos. 

Mi salud es mía y la pago yo, mi dinero es mío y lo gano yo.

He dicho.


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